jueves, 30 de abril de 2009

PUNTA LARGA - FRUTILLAR - Paraíso Verde










En medio del paisaje urbano, aridez, polvo y sequedad es difícil imaginar cómo fue aquel primer jardín. El del Edén, llamado también “Paraíso”; aquel que Dios miró con tanto agrado porque “vio que era bueno” (Génesis 1:12b)
Un espacio que se apoderó de la palabra audible de Dios: “Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así” (Génesis 1:11). En esas palabras articuladas en el lenguaje original estaban las semillas maravillosas y eternas de la belleza, la misma que hasta el día de hoy sobrecoge cuando uno se detiene a admirar la filigrana misteriosa y vegetal, verde testimonio del aliento que como ráfaga poderosa cruzó el universo para quedarse en cada flor estallando en pétalos y pistilos, como si fuese una danza de clorofila y luz, en complicidad con el suelo y las nubes.



El Génesis continua con el sencillo relato: “Y fue la tarde y la mañana el día tercero" (Génesis 1:13). Como si nada importante hubiera ocurrido allí, como diciendo “se dijo, se hizo y ya”


Hoy, en presencia de la vasta explanada de Punta Larga, verde exuberancia que salpica de gozo el corazón, surge en forma espontánea una especie de evocación de las palabras del Génesis y la inevitable pregunta ¿dónde está ese primer Jardín? ¿Estos ojos miserables algún día verán una belleza igual?

Quizás a esto se refieran las palabras del Apóstol Pablo cuando dice “lo que ahora conocemos es confuso, como la imagen imprecisa de un espejo defectuoso” (1 Corintios 13:12) BLS

En fin, creo que Punta Larga es un reflejo del Huerto de Edén.
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