martes, 11 de agosto de 2009

Y Aquí Está RAYMUNDO





Raymundo me recuerda esos dibujos que, cuando era muy niña, incluía en mis “planas” de “copia”. Eran las tareas obligadas de cada día en mi Escuelita de barrio pobre.
Al evocar esos momentos vuelve a mi memoria ese olor tan característico de la cocina familiar cuya dueña y señora era mi madre. El grato sonido de la quietud, tibio refugio en medio de la lluvia que repiqueteaba contra la ventana frente al patio. Yo no sabía que entonces era feliz y así se deslizó mi infancia.
En aquellos paisajes de papel siempre había cerros y siempre había un camino que comenzaba con la silueta a contraluz de un "Raymundo".


¿Será que esos dibujos eran premonitorios?


¿Será que eran el precoz anuncio de la vida real futura con sus montañas-obstáculos, horizontes soñados y senderos sinuosos?


Lo único real hoy día es Raymundo,

pero tengo la esperanza de que llegará el momento en que iré a la cima de las montañas y veré lo que tan celosamente guarda ese horizonte.


Estoy segura que allí me espera el abrazo de mi madre y la mirada serena de mi padre.
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