domingo, 1 de agosto de 2010

“Un Perro Sabe Quién es su Dueño y un Gato se Cree el Dueño”


imagenes de
MOHAMMED AHMED FIKREE

Se dice que “un perro sabe quién es su dueño y un gato se cree el dueño”. Esta frase traduce de algún modo el carácter independiente de los gatos. Yo lo sé porque Raymundo, mi gato regalón, un día se fue y no ha vuelto más.
Quiero creer que fue tras “el llamado de la selva” o alguna gatita que lo enamoró.


Raymundo


Quien haya tenido un pequeño minino sabe que no es lo mismo tener un perro a tener un gato. La diferencia es extremadamente radical, pues un gato es autónomo e independiente mientras un perro expresa su fidelidad de muchas maneras, incluso en ausencia de su amo se deprime.



Los egipcios hicieron suyo al gato y de alguna manera fueron responsables de su expansión: Esto sucedió alrededor del 1600 antes de Cristo. En el Antiguo Egipto, el gato fue utilizado inicialmente para el control de las plagas de roedores en las granjas y los graneros; cuando el gato fue introducido en Europa, se creía que un gatito había protegido al niño Jesús de las ratas, en el establo donde nació.

Los gatos también han tenido y tienen sus detractores pero yo estoy convencida, ahora después de conocer a Raymundo, que esto tiene relación con su naturaleza tan autosuficiente, su sensibilidad y ese aire de misterio que lo rodea.
A pesar de ser adorado y rechazado, de ser protegido y masacrado, el gato ha perdurado a lo largo de la historia sin apenas modificar ni su anatomía, ni su genética, ni sus costumbres. Es parte de su misterio.

Yo sigo esperando que un día Raymundo me sorprenda y venga a saludarme como hacía antes, cuando me sentía llegar a la casa.


Dicen que “Dios hizo al gato para ofrecer al hombre el placer
de acariciar a un tigre”

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