martes, 30 de noviembre de 2010

El Mensaje de los Pastores

Señora doña María
yo vengo de allá muy lejos
y a su Niñito le traigo
un parcito de conejos.


Zapallos le traigo papas araucanas,
harina tostada pa´ la pobre Ana.
Recados le manda mi taita y mi mama
la doña Josefa y la tía Juana.


Senorá Doñá María
cogollito de cedrón
consiga con su Niñito
que nos de la salvación.

Zapallos le traigo, papas araucanas,
harina tostada pa´ la pobre Ana.
Recados le manda mi taita y mi mama
la doña Josefa y la tía Juana.
(tonada de la tradición chilena)



Adoración de los Pastores de Bartolomé Esteban Murillo


De Soliloquios de Belén - Giovanni Papini
EL PASTOR QUE SE HA QUEDADO ATRÁS 

¡Qué furia, mis compañeros apenas han hablado con aquellos jóvenes desconocidos! Yo soy más viejo, y no puedo correr como ellos, pero, en compensación, conozco el mundo un poco mejor que ellos.
¿Quiénes serán aquellos luminosos? Aquí en el pueblo nunca los habíamos visto. Deben de ser forasteros y de los forasteros hay que fiarse hasta un cierto punto. Ponerlos a prueba, interrogarlos… No, señor, mis compañeros, en seguida, a las primeras palabras, han levantado los brazos como alas y han salido corriendo como el viento.
A decir verdad, aquellos hombres no parecían ni hombres como nosotros. Tenían la cara y los vestidos iluminados, sin que pudiera entender de dónde venía la luz. No se llevaban linternas, el fuego estaba apagado y luna no hay. Y, sin embargo, parecía que tuvieran delante un fuego más que ardiente. Podrían ser espíritus del Señor, pero también podrían ser fantasmas o, peor todavía, demonios que ruedan de noche.
En cambio, estos cabreros se han quedado allí, con la boca abierta, escuchando, y se lo han tragado todo en seguida. ¿Y que han sabido? Que allá abajo, en aquella gruta, ha nacido un Rey. Pero, por lo que he aprendido en los setenta años que hace que estoy en el mundo, los reyes nacen en los palacios de las ciudades y no en las cuadras, en medio de las porquerías de los animales.
Y parece ser que este Rey desciende nada menos que de David y es Hijo de Dios. Pero nuestro Adonai, que yo sepa, no tiene hijos: es el Señor único, creador del cielo y de la tierra y no hay otros dioses fuera de Él. En cuanto a la familia de David, después de mil años y pico, mucho me temo que no quede de ella en la tierra ni sombra. Y ésos corren, como locos perseguidos, para ir a ver el milagro. Sin embargo, también yo quiero ir allá abajo: nunca se sabe…

autor: Steve Hanks
Me encanta leer el relato del Evangelio, cuando los ángeles le dieron la noticia a los pastores. Dios envía a sus mensajeros especiales a gente tan sencilla y lo primero que dicen es “no temáis”. 
¡Esa frase me encanta!
Quiero pensar que viene del corazón mismo de Dios, lleno de compasión por la humanidad entera. Es una frase que tiene la fuerza del emocionar humano. Es como un ungüento suave en una herida antigua.   
El nacimiento del Niño Dios vino a echar fuera el temor.


En el diálogo de Dios con el hombre, ese que partió en el Edén, el hombre le dice “tuve miedo y me escondí”. 
Ahora Dios dice: “no temáis” y trae este pequeño Niño, este nuevo hombre que representa la esperanza, la vida nueva, la expresión más concreta del amor sublime y total.
Aun hoy resuena ese "no temáis"

“No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo:
 os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor
(Evangelio según San Lucas)

lunes, 29 de noviembre de 2010

Un Lugar para Nacer



De Soliloquios de Belén - Giovanni Papini
EL DUEÑO DEL ESTABLO
   
Ya he dicho que sí, pero casi, casi me arrepiento… En la posada no los han querido, no tenían donde caerse muertos… Son débiles: me he dejado conmover, especialmente por ella, con esa cara humilde y sin embargo apasionada, con sus ojos de niña que ha venido de un mundo más claro que el nuestro. Y parece que lleve un gran secreto contra el pecho como otra llevaría un ramo de flores. Es tan inocente, cándida, pura, que parece imposible que tenga que parir de un momento a otro…
No he tenido valor para sacármela de encima, de noche, en ese estado: acaso he obrado mal, pero ya no hay remedio. Se han sentado en el establo, en silencio; como si esperasen sin palabras o esperasen un milagro.
También el viejo parece una persona de bien. Asiste a esa pobre mujer con tantos miramientos como si ella fuese una reina y él un señor convertido en esclavo. No entiendo nada. Van por el mundo solos, sin un criado, sin una mujer que pueda ayudar a esta niña que está a punto de sufrir… ¿Por qué habrán salido precisamente los últimos días del embarazo? Llevar a esa pobrecita por los caminos, en este mes frío y en sus condiciones, no es propio de un hombre juicioso.
Total, que no he tenido valor para dejarlos marchar desconsolados. El establo es viejo y sucio, pero, por lo menos, tienen un poco de techo sobre la cabeza y las bestias siempre dan un poco de calor. Aunque me haya equivocado, lo he hecho con un buen fin: el Señor no me castigará. He sentido como si una voz interior me empujara a albergar a esos dos pobres extraviados. Y hasta el Libro ordena dar albergue a los peregrinos abandonados. ¡Dios quiera que todo termine bien para ellos y para mi!



Un Lugar para Nacer

La representación del Primer Pesebre de la Historia
Greccio, Italia, 1223


Tres años antes de su muerte, San Francisco de Asís decidió celebrar con la mayor solemnidad posible el nacimiento del Niño Jesús. 
Esto ocurrió en Greccio, Italia, año 1223.
San Francisco hizo preparar un pesebre, trajo algo de heno, un asno y un buey. Luego convocó a sus hermanos y vecinos del lugar. Esa noche a la luz de las antorchas entonaron cánticos y se celebró una misa usando ese pesebre como altar. Cuentan que San Francisco derramaba lágrimas de alegría y toda la gente se sintió conmovida, porque lograron vivenciar el milagro de Belén, cuando nació el Niño Jesús.

El ejemplo de San Francisco despertó a las almas dormidas y el heno utilizado sirvió de remedio a los animales enfermos y de protección contra todo tipo de males.

Desde mi punto de vista no hay magia en preparar un pesebre. 
Pero reconozcámoslo: No hay Navidad sin pesebre.  


Josefa de Óbidos: San Francisco y Santa Clara adoran al Niño Jesús
Representar el nacimiento de Jesús a través de lo que llamamos "el Pesebre", ("Belén" en la cultura española) contextualiza nuestra celebración y nos ayuda a enfocar nuestra atención en el Niño de Bethlehem (Belén) como lo llamó San Francisco de Asís.
Por cierto, en España la construcción y producción de un Belén es todo un arte. Es maravilloso cómo cada artista trata de representar hasta el último detalle de una escena tan antigua, tan universalmente  imaginada y tan amada por todo el mundo cristiano.



Hay quienes piensan que el lugar físico donde Jesús nació nada tiene que ver con las representaciones que se ven hoy, que habitualmente son retablos de madera. 
Se cree que se trataba de una cueva. 
Como quiera que haya sido entonces, 
Jesús al igual que hoy, 
sólo necesita un lugar para nacer
Su sola presencia cambia, completa, llena, ilumina y da significación a la palabra gozo.
 

domingo, 28 de noviembre de 2010

Tiempo de Adviento


Para vivir Adviento en este espacio quiero comenzar recordando 
los “Soliloquios de Belén” 
Son 9 sencillos monólogos relacionados con el Nacimiento del Niño Jesús.

Lo interesante de esta obra de Giovanni Papini es la sencillez y la gracia con que cada supuesto narrador (hombre o animal) entrega su visión del Nacimiento





De Soliloquios de Belén
EL POSADERO
   
Aunque me hubiera quedado una habitación libre, desde luego no se la hubiera dado a esa pareja. Gente sospechosa. Han dicho que eran marido y mujer, pero yo no me chupo el dedo y a mí no me la pegan.
El es demasiado viejo y ella demasiado joven. Y como está encinta… Tal vez es el padre que la ha sacado de su pueblo para evitar el escándalo. Pero la mía es una posada honrada, y aquí no quiero partos clandestinos.
Por otra parte, no me parece que la trate como a una hija. Ese vejete la mira como si fuera una cosa santa y casi con reverencia. Acaso es un criado de confianza que ha cargado con este bonito trabajo… De todas maneras, su marido no es. Y ella, con ese aire inocente y casto como si no se avergonzase de nada… Y debe de estar en los últimos días. Ya te digo yo que las apariencias… ¡Fíate de las mujeres! Parece una virgen y está a punto de ser madre. ¡Hay que ver! Y luego, como si no bastara, huelen a miseria desde una legua. Y en mi casa no quiero pobres. Serían capaces de plantarse aquí durante un mes, con la excusa de la parturienta, y al final de todo oírles decir que no tienen bastante dinero para pagar la cuenta.
Si hubieran llegado con bonitos vestidos y con la bolsa llena acaso hubiera podido encontrar un rinconcito para ellos. El mozo podía haber ido a dormir a casa de sus hermanos durante algunas noches… Cuando el oro está de por medio todo se arregla. Pero con éstos no hay nada que hacer. Ella lleva un vestido cualquiera que yo me avergonzaría de dar a mi mujer, y él un manto liso que debe tener más años que quien lo lleva. Además, habría el peligro de que los gritos de ella y los lloros del niño molestaran a los otros viajeros. ¡Buena cosa encontrarse la posada vacía por culpa de dos vagabundos misteriosos! Aseguran que son galileos, pero el refrán dice que de Galilea nunca puede venir nada bueno.
¡He hecho bien en sacármelos de encima!
Un agujero en cualquier sitio lo encontrarán seguro antes que sea de noche.




A pesar de lo hermosa que es la ceremonia de Adviento y toda su simbología,  creo que mucho más importante es vivir Adviento cada día. Prepararnos para la celebración más relevante del mundo cristiano con humildad y recogimiento. Especialmente detener la carrera competitiva de los regalos y las fiestas. Recuperando la alegría de las cosas sencillas, el gesto amoroso y el saludo cariñoso. 
Adviento es también tiempo de dar y expresar amor.

Mi Peonia

“ Muchas personas pierden las pequeñas alegrías, esperando la gran felicidad". 
Pearl S. Buck


“Todas las rosas son la misma rosa, 
amor, la única rosa. 
Y todo queda contenido en ella, 
breve imagen del mundo, 
¡amor!, la única rosa.”


Juan Ramón Jiménez




 "Sé que en algún lugar del mundo,
existe una rosa única,
distinta de todas las demás rosas,
una cuya delicadeza, candor e inocencia,
harán despertar de su letargo a mi alma,
mi corazón y mis riñones.
A esa rosa, donde quiera que esté,
dedico este trabajo,
con la esperanza de hallarla algún día,
o de dejarme hallar por ella.”
Antoine de Saint-Exupéry




Esta semana florecieron mis peonías. Un estallido de belleza, aromas y reflexiones. Recordé claramente el largo y frio invierno cuando allí donde hoy encuentro “mi peonia” sólo había tierra, sin la más insignificante señal de vida. Allí mismo en ese suelo, tantas veces blanco de escarcha e inundado de mil aguaceros, está ella con todo su esplendor y fragancia.

Desde esta experiencia, tienen mucho sentido las palabras de la gran artista estadounidense  del siglo XX, Georgia O'Keeffe:
"Most people in the city rush around so they have no time to look at a flower."
La mayoría de las personas en medio de las prisas de la ciudad no tienen tiempo para mirar una flor

Georgia O'Keeffe dedicó con gran pasión, una parte importante de su trabajo, a las flores. En esos “fragmentos” tomados de la naturaleza ella plasmó, más que la forma de las flores, la emoción que ellas transmiten. 
En el “idioma” del Principito  de Antoine de Saint-Exupéry, “Lo esencial es invisible a los ojos”



jueves, 25 de noviembre de 2010

Coloreando la Ternura



Escribo desde la nostalgia de mujer grande, por mi madre.
Ya son muchos los años de su ausencia.

Para drenar la tristeza que en ocasiones como hoy me invade el alma, quiero recordar aquí mi propia experiencia de madre con un fragmento de “Chiquitita” un cuento de la escritora argentina Poldy Bird, en su libro “Verónica Crece”. 
(Los dibujos son de Sarah Kay)

“Vos me fuiste enseñando qué hacer en cada caso. Ibas creciendo y yo crecía con vos. Me llegabas al muslo, a la cintura, al hombro... Ahora, a veces, hasta me proteges, hasta me das consejos.

Vos me enseñaste lo que es una madre. Eso era algo que yo desconocía. La última vez que yo llamé mamá y me respondieron, tenía ocho años. Y después, nunca más”.

“Así que me enseñaste que una madre es respuesta,

que una madre es camino,
que una madre es un puerto.
Respuesta que no miente, que aclara y serena.
Camino que va recto hacia su destino.
Puerto que no corre tras los barcos, sino que los espera y los recibe”

“Chiquitita para mí, que te miro y te veo así de grande como estás hoy, y al mismo tiempo así de chiquitita como eras”


Los dibujos e ilustraciones de Sarah Kay recorrieron nuestro  planeta durante los años 80. Queridos y apreciados por su sencillez y ternura, seguramente reflejan el mundo ideal que a su autora le habría gustado disfrutar.

Es muy poco lo que se conoce de Sarah Kay (australiana), pero se sabe que su condición de madre la llevó a explorar su creatividad buscando recursos para salir adelante, cuando su hija Allison cayó enferma.





Su dedicación y cuidado trabajo no ha necesitado palabras para transmitir un mundo cálido, apacible y  lleno de dulzura, donde tienen cabida los animales y las flores. Se trata del leguaje universal del amor.
La huella indeleble de la mano de una madre.





martes, 23 de noviembre de 2010

Tándem





La vida es como andar en bicicleta, … te caes, sólo si dejas de pedalear.


Al principio veía a Dios como el que me observaba, como un juez que llevaba cuenta de lo que hacía mal, como para ver si merecía el cielo o el infierno cuando muriera. Era como un presidente, reconocía su foto cuando la veía, pero realmente no lo conocía.
Pero luego reconocí a mi Poder Superior; parecía como si la vida fuera un viaje en bicicleta, pero era una bici de dos plazas (tándem), y noté que Dios viajaba atrás y me ayudaba a pedalear.

No sé cuando sucedió, no me di cuenta cuándo fue, que Él sugirió que cambiáramos de lugares. Lo que sí sé es que mi vida no ha sido la misma desde entonces.
Mi vida con Dios es muy emocionante. Cuando yo tenía el control, yo sabía a dónde iba. Era un tanto aburrido, pero predecible. Era la distancia más corta entre dos puntos. Pero cuando Él tomó el liderazgo, Él conocía otros caminos, caminos diferentes, hermosos, por las montañas, a través de lugares con paisajes, velocidades increíbles. Lo único que podía hacer era sostenerme; aunque pareciera una locura, Él sólo me decía: "¡Pedalea!"

Me preocupaba y ansiosamente le preguntaba, "¿A dónde me llevas?" Él sólo sonreía y no me contestaba, así que comencé a confiar en Él.
Me olvidé de mi aburrida vida y comencé una aventura, y cuando yo decía "estoy asustado", Él se inclinaba un poco para atrás y tocaba mi mano.

Él me llevó a conocer gente con dones, dones de sanidad y aceptación, de gozo. Ellos me dieron esos dones para llevarlos en mi viaje; nuestro viaje, de Dios y mío.
Y allá íbamos otra vez. Él me dijo: "Comparte estos dones, dalos a la gente, son sobrepeso, mucho peso extra". Y así lo hice... a la gente que conocimos, encontré que en el dar yo recibía y mi carga era ligera.

No confié mucho en Él al principio, en darle el control de mi vida. Pensé que la echaría a perder, pero Él conocía cosas que yo no sabía acerca de andar en bici... secretos.
Él sabía como girar para dar vueltas cerradas, saltar para librarnos de obstáculos llenos de piedras, inclusive volar para evitar horribles caminos.

Y ahora estoy aprendiendo a callar y pedalear por los más extraños lugares. Estoy aprendiendo a disfrutar de la vista y de la suave brisa en mi cara y sobre todo de la increíble y deliciosa compañía de mi Dios.
Y cuando estoy seguro que ya no puedo más, Él sólo sonríe y me dice: "¡Pedalea!"

Autor desconocido


Aun cuando probablemente ella no llegue a leer esta página, quiero dejar constancia de mi gratitud a Lupe, de Lima - Perú,  por haber venido a compartir esta metáfora y otras cosas bellas, con personas como yo

domingo, 21 de noviembre de 2010

Tolstói, 100 Años Después

"Sólo hay una manera de poner término al mal, y es el devolver bien por mal"
Lev Nikoláyevich Tolstói 
(Лев Николаевич Толстой)
 también conocido como
León Tolstói


La complejidad de su alma  va de la mano con la grandeza de su obra. “La Guerra y la Paz”, “Ana Karenina” son las más conocidas, pero están también sus cuentos y relatos breves llenos de gran contenido autobiográfico y verdaderas joyas de la literatura universal. Incuestionablemente su pensamiento filosófico y su espiritualidad, continúan influenciando poderosamente  a hombres y mujeres, hasta nuestros días.


Seria muy pretencioso de mi parte, esbozar siquiera, una semblanza de la persona de León Tolstoi. Mencionaré solamente lo que a mí me impresiona, especialmente de la última etapa de su vida: 
Su eterno cuestionamiento sobre el significado de la vida 
y la manera correcta de vivir; 
su rechazo apasionado a la violencia; 
sus hábitos sencillos y vegetarianos; 
y su adhesión más completa a las enseñanzas de Jesús, 
especialmente su marcada predilección por el llamado 
“Sermón de la Montaña”

 

La profunda inquietud espiritual de León Tolstoi es la que subyace en el fondo de todo ser humano. 
Las preguntas que él se formulaba siguen resonando como ondas en expansión tras una piedra lanzada sobre el espejo de aguas quietas.
Con su esposa, (Со́фья Андре́евна Толста́я), también conocida como Sofia Tolstói 

Entre sus últimas palabras, se oyeron éstas que, como ninguna de las muchas maravillosas que pronunció o escribió, retratan la grandeza de su alma: "Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren: ¿por qué estáis al cuidado de mí solo?"


"Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.
Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; 
antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, 
vuélvele también la otra;
y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, 
déjale también la capa;
y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, 
ve con él dos.
Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.
Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, 
y aborrecerás a tu enemigo.
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, 
bendecid a los que os maldicen, 
haced bien a los que os aborrecen, 
y orad por los que os ultrajan y os persiguen;
para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, 
que hace salir su sol sobre malos y buenos, 
y que hace llover sobre justos e injustos."
Jesús



viernes, 19 de noviembre de 2010

Identidad y Autoconcepto

El Jardín del Rey
Un cuento de Jorge Bucay


"Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles,
arbustos y flores se estaban muriendo.

El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid.
Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble.
Entonces encontró una planta, una Fresia, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó:
¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste,
querías fresias.
Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado.
En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda".

Ahora es tu turno.
Estás aquí para contribuir con tu fragancia.
Simplemente mírate a vos mismo.
No hay posibilidad de que seas otra persona.
Podes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por vos,
o podes marchitarte en tu propia condena..."


La reflexión que propone Jorge Bucay tiene que ver con la pregunta  "¿quien soy yo?"
Es interesante también considerar la pregunta  "¿quién dice la gente que soy?"; más interesante aun sería saber 
lo que Dios dice en relación a quien soy
El concepto de identidad permite elaborar una adecuada autoestima. Tal como lo recomienda el Apóstol Pablo, (Romanos), "Digo pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener..." 
Creo que la mejor manera de completar estas ideas es con otro cuento del mismo autor. Aun cuando éste que presento a continuación es un poco extenso, vale la pena tomarse unos minutos para leerlo. Los cuentos tienen esa gran virtud de ir resonando en cada persona de una manera distinta, siempre fresca, singular y "mágica"



Pequeña Historia Autobiográfica
cuento de Jorge Bucay
  
"Había una vez un señor que vivía como lo que era: una persona común y corriente.
Un buen día, misteriosamente, notó que la gente empezó a halagarlo diciéndole lo alto que era:

- Qué alto que estás!
- Cómo has crecido!
- Te envidio la altura que tenés...

Al principio esto lo sorprendió, así que, durante unos días, notó que se miraba de reojo al pasar frente a los escaparates de los negocios y en los espejos de los subterráneos... Pero el hombre siempre se veía igual, ni tan alto ni tan bajo...Él trató de restarle importancia, pero cuando después de unas semanas, notó que tres de cada cuatro personas lo miraban desde abajo, empezó a interesarse en el fenómeno.
El señor compró un metro para medirse. Lo hizo con método y minuciosidad, y después de varias mediciones y rechequeos, confirmó que su estatura era la de siempre. Los otros seguían admirándolo:

- Qué alto que estás!
- Cómo has crecido!
- Te envidio la altura que tenés...

El hombre empezó a pasar largas horas delante del espejo mirándose. Trataba de confirmar si era realmente más alto que antes. No había caso: él se veía normal, ni tan alto ni tan bajo.
No contento con eso, decidió marcar, con una tiza en la pared, el punto más alto de su cabeza (tendría así una referencia confiable de su evolución).
La gente insistía en decirle:

- Qué alto que estás.
- Cómo has crecido...
- Te envidio la altura que tenés....

y se inclinaban para mirarlo desde abajo.
Pasaron los días. Varias veces el hombre volvió a marcar con tiza la pared, pero su marca estaba siempre a la misma altura. El hombre empezó a creer que se estaban burlando de él, así que, cada vez que alguien le hablaba sobre alturas, éste cambiaba de tema, lo insultaba o simplemente se iba sin decir una palabra. De nada sirvió... la cosa seguía:

- Qué alto que estás!
- Cómo has crecido!
- Te envidio la altura que tenés...

El hombre era muy racional y todo esto, pensó, debía tener una explicación. Tanta admiración recibía y era tan lindo recibirla que el hombre deseó que fuera cierto... Y un día se le ocurrió que quizás... sus ojos lo engañaban. El podría haber crecido hasta ser un gigante y por algún conjuro o hechizo, ser el único que no lo podía ver...- Eso! Eso debía ser lo que estaba pasando! Montado en esta idea, el señor empezó a vivir, desde entonces, un tiempo glorioso. Disfrutaba de las frases y las miradas de los otros:

- Qué alto que estás!
- Cómo has crecido!
- Te envidio la altura que tenés...

Había dejado de sentir ese complejo de impostor que tan mal lo tenía. Un día sucedió el milagro. Se paró frente al espejo y realmente le pareció que había crecido. Todo empezaba a aclararse. El hechizo había terminado, ahora él también podía verse más alto. Se acostumbró a pararse más erguido. Caminaba tirando la cabeza para atrás. Usaba ropa que lo hacía más estilizado y se compró varios pares de zapatos con plataformas. El hombre empezó a mirar a los otros desde arriba. Los mensajes de los demás se transformaron en asombro y admiración:

- Qué alto que estás!
- Cómo has crecido!
- Te envidio la altura que tenés...

El señor pasó del placer a la vanidad y de ésta a la soberbia sin solución de continuidad. Ya no discutía con quien le decía que era alto, más bien avalaba su comentario e inventaba algún consejo sobre cómo crecer rápidamente. Así pasó el tiempo, hasta que día... se cruzó con el enano. El señor vanidoso se apuró a pararse a su lado, imaginando anticipadamente sus comentarios, se sentía más alto que nunca... Pero, para su sorpresa, el enano permaneció en silencio. El señor vanidoso carraspeó, pero el enano no pareció registrarlo. Y aunque se estiró y estiró hasta casi desarticular su cuello, el enano se mantuvo impasible. Cuando ya no pudo más, le susurró:
- ¿No te sorprende mi gran altura? ¿No me ves gigantesco?
El enano lo miró de arriba abajo, lo volvió a mirar y con escepticismo dijo:
- Mire, desde mi altura todos son gigantes y la verdad es que desde aquí, Ud. no me parece más gigante que otros.
El señor vanidoso lo miró despectivamente y como único comentario le gritó:
- ¡Enano!

Volvió a su casa, corrió hacia el gran espejo de la sala y se paró frente a él... No se vio tan alto como esa mañana. Se paró junto a las marcas en la pared. Marcó con una tiza su altura, y la marca... se superpuso a todas las anteriores!... Tomó el metro y temblorosamente se midió, confirmando lo que ya sabía: No había crecido ni un milímetro... Nunca había crecido ni un milímetro... Por primera vez en mucho tiempo volvió a verse uno más, uno igual a todos los otros. Volvió a sentirse de su altura: ni alto ni bajo. ¿Qué iba a hacer ahora cuando se encontrara con los demás? Ahora él sabía que no era más alto que nadie. El señor lloró. Se metió en la cama y creyó que no iba a salir nunca más de su casa. Estaba muy avergonzado de su verdadera altura. Miró por la ventana y vio a la gente de su barrio caminar frente a su casa. Estaba muy avergonzado de su verdadera altura. Miró por la ventana y vio a la gente de su barrio caminar frente a su casa...... todos le parecían tan altos!!!
Asustado volvió a correr para ponerse frente al espejo de la sala, esta vez para comprobar si no se había achicado. No. Su altura parecía la de siempre...

Y entonces comprendió... Cada uno ve a los demás mirándolos desde arriba o desde abajo. Cada uno ve a los altos o a los bajos según su propia posición en el mundo, según su limitación, según su costumbre, según su deseo, según su necesidad... El hombre sonrió y salió a la calle. Se sentía tan liviano que casi flotaba por la vereda. El señor se encontró con cientos de otros que lo encontraron gigante y algunos otros que lo vieron insignificante, pero ninguno de ellos consiguió inquietarlo. Ahora él sabía que era uno más.
Uno más... como todos..."




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