martes, 21 de junio de 2011

Por el Camino

Por el Camino Adelante
Joaquín Dicenta Benedicto

En la hora agonizante,
de un crepúsculo violeta,
va marchando una carreta
por el camino adelante.
Cruza un pájaro agorero
sobre los campos silentes
y una canción, entre dientes,
va entonando el carretero.


En sus nidales de esparto
se ponen las aves presas
y en la hora agonizante,
relucen como turquesas
los ojos de los lagartos.
Tras la carreta una moza,
marcha mientras que solloza,
por el camino adelante.




Déjame subir al carro, carretero.
Déjame subir al carro que me muero.
Mira que voy muy cansada,
que hace mucho que camino,
mira que marcho sin tino,
desde que fue la alborada,
he recorrido senderos,
he echado por el atajo,
monte arriba, monte abajo,
sin pedir a los cabreros,
un descanso en los apriscos,
sin implorar con mis quejas,
la leche de sus ovejas
hiriéndome entre los riscos,
bebiendo en las cristalinas,
aguas de los manantiales,
me han clavado los zarzales
sus espinas, sus espinas.


Al pasar por los confines
de los aperos cercanos,
sus colmillos en mis manos
han clavado los mastines,
y he seguido sollozante
y he caminado sin tino
por el mojado camino,
por el camino adelante;
toda cubierta de barro
de mis fuerzas desespero.
¡Déjame subir al carro,
carretero!
En busca voy de un zagal,
que en una noche pasada
se detuvo en la posada
por mi mal.
Amarme siempre juró
y yo creí su juramento,
mas ¡ay! se lo llevó el viento
y sin vida me dejó.
Dijo que si no le amaba
se moriría de pena,
que era yo como cadena
que su alma encadenaba,
y que su amor era tal
que fuera un crimen no amarle,
que el desprecio iba a matarle.
¡Y era tan lindo el zagal!
Mas ¡ay de mí! que él se fue
y yo quedé encadenada,
que lloro desamada
después que tanto le amé;
que él se marchó sin dolor
y a mí me pinchan dolores.
¡Él se llevó mis amores,
y yo me muero de amor!

Carretero, oye mis quejas,
caigo en tierra y me levanto,
pronto no podré hacer tanto,
si en el camino me dejas.
Carretero de Avilés,
me han herido los zarzales,
los mastines y riscales,
llevo sangrando los pies.



Toda manchada de barro,
de mis fuerzas nada espero.
Déjame subir al carro, carretero,
que me muero.
Cae la moza, se levanta,
y otra vez vuelve a caer,
empieza el cielo a llover
mientras la noche adelanta,
la moza grita y se inquieta,
el carretero no escucha,
porque ya entre el barro lucha
y esta lejos la carreta.



Cae la moza sollozante,
sin poderse levantar,
va el carro en su caminar
por el camino adelante.
Y la moza en el sendero
llora caída en el barro.
Déjame subir al carro, carretero.
Déjame subir al carro,
que me muero.


"Por el camino adelante", escrito por el narrador
y periodista español Joaquín Dicenta Benedicto (1862-1917),

Este hermoso y dramático poema, alguna vez se lo escuché a mi madre. Declamado con pasión y vehemencia.
Al cumplirse hoy, un nuevo aniversario de su partida, estos versos, me han hecho pensar en ella como persona, como mujer, más allá de su rol de madre. Entonces, emergen con mayor fuerza su dulzura, y la ternura de sus gestos, también la sabiduría de sus palabras y la creatividad para enfrentar su cotidiano.

Quizás fue tan grande el amor por sus hijos, por su núcleo familiar, que cualquier otro interés personal quedó en un segundo plano. Su voz serena me sigue acompañando por el camino adelante... 

Imágenes: pintura de Cristóbal Anwandter
artista chileno, contemporáneo
nacido en Santiago de Chile, año 1980

5 comentarios:

Celso dijo...

Absolutamente hermoso... Un recuerdo para la tierna suavidad de la Sra Lucía...

Clarissa Rodriguez dijo...

Sr. W
Muchas gracias por tu cariñoso recuerdo

Doña Eñe dijo...

¡Que maravilla, Clarissa!
Muchas gracias por compartir esta hermosa poesía, amiga.
Preciosas imágenes para acompañarlo.
No conocía a este poeta español, pero sí a su hijo, el actor Manuel Dicenta.
La voz de tu madre, enternecedor recuerdo que me ha llegado al alma.
Un abrazo.

Clarissa Rodriguez dijo...

Tienes mucha razón, Doña Eñe.
En esta ocasión es la voz de mi madre la que llena la evocación. Una voz clara, firme y luminosa. Recordé su amor por el arte de las palabras y la belleza. Sus cuadernos de poesía, sus pequeñas y discretas colecciones de conchitas, hojitas, y los botones de nácar. Pequeños tesoros con los que siendo muy niñas jugábamos, mis hermanas y yo.
Recientemente Rosita me ha compartido el recuerdo de uno de aquellos momentos, "directamente desde el escenario de nuestra cocina familiar", y a gran voz, declamando algunos versos de este poema, Por el Camino Adelante…

Un gran abrazo emocionado, amiga

Clarissa Rodriguez dijo...

Muchas gracias Romilio, por ayudarme a completar el texto de este antiguo y bello poema.

Muchas gracias!

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