miércoles, 27 de febrero de 2013

El Cuco


Mary Cassatt
1844 - 1926


El Cuco
Eduardo Galeano
de Bocas del Tiempo


Jugando sin parar, todos mezclados con todos, los chiquilines vivían en alegre revoltijo con los bichos y las plantas.
Pero un mal día, alguien, algún caminante, llegó hasta aquel resto de estancia en los campos de Paysandú, y trajo el susto:
-¡Cuidado que viene el Cuco!-
-¡Viene el Cuco y te lleva!-
-¡Viene el Cuco y te come!-
Olga Hughes advirtió los primeros síntomas de la peste. La enfermedad que no tiene farmacia había atacado a sus hijos numerosos. Y entonces eligió, entre sus numerosos perros, al más raquítico, al más inofensivo y querendón, y lo bautizó Cuco.




Berthe Morisot
1841 - 1895


Arthur Sarnoff
1912 - 2000


John Barnard Whittaker
1836 - 1926


Elizabeth Strong
1855 - 1941



Walter Bonner Gash
1869 - 1928


Porque los científicos dicen que estamos hechos de átomos,
pero a mí un pajarito me contó que estamos 
hechos de historias
Eduardo Galeano

(en la presentación de su libro "Los Hijos de os días" - 2011)



Sofonisba Anguissola
1532 - 1625

lunes, 25 de febrero de 2013

La Quimera

Norman Rockwell




La Quimera
Alfonsina Storni

Como los niños iba hacia el oriente, creyendo
que con mis propias manos podría el sol tocar;
Como los niños iba, por la tierra redonda,
persiguiendo, allá lejos, la quimera solar.

Estaba a igual distancia del oriente de oro
por más que siempre andaba y que volvía a andar;
hice como los niños: viendo inútil la marcha
cogí flores del suelo y me puse a jugar.




Pierre-Auguste Renoir



Pierre-Auguste Renoir



Pierre-Auguste Renoir




Federico Zandomeneghi



Georges Lemmen


Charles-Francois Daubigny


Auguste Toulmouche


Henry Raeburn



Angelica Kauffman


Nikolay Bogdanov-Belsky




Joaquín Sorolla



Joaquín Sorolla


Oskar Kokoschka



Childe Hassam




Pablo Picasso


Norman Rockwell


sábado, 23 de febrero de 2013

Letras y Palabras

Nube de palabras
¿Lloverá un poema?
Inspiración
Ulalume González León



James Fryer



Dos Palabras
(Fragmento )
Isabel Allende



Tenía el nombre de Belisa Crepusculario, pero no por fe de bautismo o acierto de su madre, sino porque ella misma lo buscó hasta encontrarlo y se vistió con él. Su oficio era vender palabras. Recorría el país, desde las regiones más altas y frías hasta las costas calientes, instalándose en las ferias y en los mercados, donde montaba cuatro palos con un toldo de lienzo, bajo el cual se protegía del sol y de la lluvia para atender a su clientela. No necesitaba pregonar su mercadería, porque de tanto caminar por aquí y por allí, todos la conocían. Había quienes la aguardaban de un año para otro, y cuando aparecía por la aldea con su atado bajo el brazo hacían cola frente a su tenderete. Vendía a precios justos. Por cinco centavos entregaba versos de memoria, por siete mejoraba la calidad de los sueños, por nueve escribía cartas de enamorados, por doce inventaba insultos para enemigos irreconciliables. También vendía cuentos, pero no eran cuentos de fantasía, sino largas historias verdaderas que recitaba de corrido sin saltarse nada. Así llevaba las nuevas de un pueblo a otro. La gente le pagaba por agregar una o dos líneas: nació un niño, murió fulano, se casaron nuestros hijos, se quemaron las cosechas. En cada lugar se juntaba una pequeña multitud a su alrededor para oírla cuando comenzaba a hablar y así se enteraban de las vidas de otros, de los parientes lejanos, de los pormenores de la Guerra Civil. A quien le comprara cincuenta centavos, ella le regalaba una palabra secreta para espantar la melancolía. No era la misma para todos, por supuesto, porque eso habría sido un engaño colectivo. Cada uno recibía la suya con la certeza de que nadie más la empleaba para ese fin en el universo y más allá


Dos Palabras es uno de los Cuentos de Eva Luna de Isabel Allende.

El cuento se podría resumir de la siguiente manera:
Belisa Crepusculario es una mujer humilde, que sale de su casa en busca de mejor vida. En un viaje aprende a escribir y a leer, y eso le da la idea de vender historias y palabras. Una mañana de agosto fue secuestrada y llevada ante un importante personaje, “el Coronel”, que necesita ayuda para lanzar su campaña presidencial.
Belisa, como de costumbre, hizo su trabajo, recibió su pago y le dio unas palabras secretas. La campaña del Coronel fue exitosa, pero poco antes de las elecciones el Coronel empezó a enloquecer. Mulato, su amigo, fue en busca de Belisa creyendo que ella había embrujado a su jefe con aquellas dos palabras.
Cuando ella llegó delante del Coronel todo quedó muy claro. Las dos palabras habían hechizado de amor el corazón del Coronel.



Selcuk Demirel



Selcuk Demirel



Selcuk Demirel
sitio



Collage
desconozco el autor



Catrin Welz-Stein
sitio


Catrin Welz-Stein
sitio



Jessica Piqueras
fuente


Dictionarty



Cecilia Ferreira



José Rosero
sitio


Alessandra Cimatoribus
sitio


Kai Pannen
sitio


Kai Pannen
sitio




jueves, 21 de febrero de 2013

El Cántaro Fresco


Thomas Gainsborough
1727 - 1788
El Cántaro Fresco
Juana de Ibarbourou


Han traído para el almuerzo un ventrudo recipiente de barro lleno de agua recién sacada del pozo. Y es esta tan fría que, rezumando por todos los poros del cántaro, ha cubierto la rojiza superficie de un fresco manto húmedo. A trechos el vapor acuoso es más espeso y forma gotas gruesas que caen sobre el mantel blanco. En el comedor reina una penumbra dulce. por una rendija del postigo entra, tendiéndose de la parte superior de la ventana hasta el piso del centro de la habitación, como una tirante cinta amarilla, un rayo de sol que, en el suelo, se concentra simulando un ovillo de hilo dorado. A veces, al mover un ligero soplo de brisa de la cortina, el redondel de sol se mueve también, y Titanio, el pequeño terranova que hace rato lo observa, salta sobre él. Y ladra al ver que lo que él quizás supone un extraño insecto, se trepa como una mariposa burlona a su pata peluda.
De la cocina llega ruido de loza; del patio un chirriar confuso de cigarras. En espera del almuerzo empieza a invadirme la modorra de este cálido mediodía de diciembre. mi hijo, con esa sana hambruna de los seis años, pellizca un trozo de pan, sentado ya en su sillita, junto a la mesa, esperando la llegada del padre. mis agujas de tejer, la labor, el ovillo, han resbalado poco a poco de mi falda a la estera. yo apoyo mi mejilla en la fresca superficie húmeda del cántaro. Y esta fácil y sencilla felicidad me basta para llenar la hora presente.

Prosa poética de "Juana de América"
Juana de Ibarbourou
Uruguay, 1892 - 1979



Tatyana Struchkova
sitio


Edouard Manet
1832 - 1883



John Singer Sargent
1856 - 1925



Viktor Vasnetsov
1848 - 1926



Daniel Ridgway  Knight
1839 - 1924



Jean-Baptiste-Simeon Chardin
1699 - 1779



Julian Merrow-Smith
referencia



Antonio Macedo
pintor contemporáneo nacido en 1955



Felix Vallotton
1865 - 1925


martes, 19 de febrero de 2013

Caperucita dónde estás...?

"Sal al bosque, sal enseguida. 
Si no sales al bosque no ocurrirá nada 
y tu vida no empezará jamás"
C. Pinkola Estés
Margaret Tarrant
1888 - 1959


Caperucita roja es uno de los cuentos más conocidos universalmente.
Existen cientos de versiones y adaptaciones de este cuento,  en la literatura, música, pintura, ilustración publicitaria, etc.
Surgió de la tradición oral y fue divulgado inicialmente por Charles Perrault (1697) y posteriormente Los Hermanos Grimm (1812) lo popularizaron.

Hay versiones más recientes que sorprenden por su creatividad y hasta con algunos toques de humor y erotismo. Incluso hay una versión donde escuchamos al Lobo Feroz contar su versión de los hechos. El autor es Lief Fearn y "El Lobo calumniado". Allí se nos dice que el lobo fue acusado injustamente cuando una niña, con su cabeza cubierta con un capuchón rojo, comenzó a robar flores en el tranquilo bosque que él habitaba. El lobo contactó a la abuela y juntos decidieron darle una lección a la niña, pero la niña se asustó mucho con los gruñidos del lobo y cuando llegó el leñador, el lobo comprendió que debía escapar por su vida. La abuela nunca contó la verdad, pero todos sabemos que "ningún lobo puede comerse a una niña".




Margaret Tarrant
1888 - 1959

He elegido para compartir el cuento en la versión de Clarissa Pinkola Estés, de su libro “Mujeres que corren con los lobos”. Y es significativo que ella lo ubique en el capítulo final (16) del libro, con el mismo nombre del cuento “La pestaña del lobo”. Me gusta porque ella le da un giro hacia la madurez emocional; pero los cuentos son para disfrutarlos y dejar que comiencen a resonar en las cuerdas de nuestro propio corazón.


La Pestaña del Lobo
Clarissa Pinkola Estés
-No salgas al bosque, no salgas por favor- dijeron ellos-
-¿Por qué no? ¿Por qué no tengo que salir al bosque esta noche? Preguntó ella.
-En el bosque hay un enorme lobo que se come a las personas como tú. No salgas del bosque, por lo que más quieras.
Pero naturalmente, ella salió del bosque y, como era de esperar, se encontró con el lobo, tal como ellos le habían advertido.
-¿Lo ves? Ya te lo decíamos, graznaron.
-Esta es mi vida, no un cuento de hadas, replicó ella, hay algo que me dice que tengo que salir al bosque porque sino jamás ocurrirá nada.
Pero el lobo que ella encontró había caído en una trampa, se le había quedado la pata prendida en un cepo.
-¡Socorro! ¡Auxilio! Gritaba el lobo. ¡Ayúdame y te daré recompensa!
¿Y como se yo que no me vas a hacer daño? Le preguntó ella.
-Mala pregunta; dijo el lobo. Tendrás que confiar en mi palabra. Solo hay una pregunta que merece la pena hacerse. ¿Está el alma?
Y entonces ella corrió al riesgo, abrió la trampa, sacó la pata del lobo y la envolvió con hierbas. Pero, como había leído demasiados cuentos, exclamó: Bueno, ahora ya puedes matarme, terminemos esto de una buena vez.
Pero no fue eso lo que ocurrió. Porque el lobo se arrancó una pestaña y se la entregó diciendo: “Úsala y procura ser sabia”, de ahora en adelante sabrás quien es bueno y quien no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con mas claridad.
Y así ella regresó a la aldea alegrándose de estar viva. Y esta vez cuando ellos le dijeron “quédate aquí” “haz lo que te digo” “di lo que yo quiero que digas”, ella tomó la pestaña del lobo y miró a través de ella y vio sus motivos tal como jamás los había visto.
Con esa nueva visión no solo vio al astuto y al cruel, sino que el corazón se le hizo grande, pues miraba a las personas y las volvía a calibrar gracias al don que le había otorgado el lobo al que ella había salvado. Y vio a los buenos, vio la perplejidad por debajo de la cólera, vio amor en los ojos de los tímidos y sufrimiento en los callados. Vio necesidad en el hombre sin palabras y fe en lo mas hondo de la mujer que decía no tenerla.
Vio todas las cosas verdaderas y todas las falsas. Las que iban contra la vida y las que iban a favor de la vida. Vio todas las cosas que podían verse a través de los ojos de aquel que pesa el corazón con el corazón y no solo con la mente. Así descubrió que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas y que cuando este aúlla en realidad esta preguntando donde está el alma. “Sal al bosque, sal enseguida. Si no sales al bosque no ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás. Sal al bosque, sal enseguida…”





Walter Crane
1845 - 1915

Jessie Willcox Smith
1863 - 1935


Cathy Delanssay
sitio


John Everett Millais
1829 - 1896


Nadezhda Illarionova
referencia


Isabel Oakley Naftel
1832 - 1912


William M. Spittle
1858 - 1917


George Sheridan Knowles
1863 - 1931



lámina vintage
desconozco el autor



Carl Offerdinger



Jennie Harbour
1893 - 1959


Carl Larsson
1853 - 1919


Galia Zin'ko



Amy Bates
sitio

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