martes, 19 de febrero de 2013

Caperucita dónde estás...?

"Sal al bosque, sal enseguida. 
Si no sales al bosque no ocurrirá nada 
y tu vida no empezará jamás"
C. Pinkola Estés
Margaret Tarrant
1888 - 1959


Caperucita roja es uno de los cuentos más conocidos universalmente.
Existen cientos de versiones y adaptaciones de este cuento,  en la literatura, música, pintura, ilustración publicitaria, etc.
Surgió de la tradición oral y fue divulgado inicialmente por Charles Perrault (1697) y posteriormente Los Hermanos Grimm (1812) lo popularizaron.

Hay versiones más recientes que sorprenden por su creatividad y hasta con algunos toques de humor y erotismo. Incluso hay una versión donde escuchamos al Lobo Feroz contar su versión de los hechos. El autor es Lief Fearn y "El Lobo calumniado". Allí se nos dice que el lobo fue acusado injustamente cuando una niña, con su cabeza cubierta con un capuchón rojo, comenzó a robar flores en el tranquilo bosque que él habitaba. El lobo contactó a la abuela y juntos decidieron darle una lección a la niña, pero la niña se asustó mucho con los gruñidos del lobo y cuando llegó el leñador, el lobo comprendió que debía escapar por su vida. La abuela nunca contó la verdad, pero todos sabemos que "ningún lobo puede comerse a una niña".




Margaret Tarrant
1888 - 1959

He elegido para compartir el cuento en la versión de Clarissa Pinkola Estés, de su libro “Mujeres que corren con los lobos”. Y es significativo que ella lo ubique en el capítulo final (16) del libro, con el mismo nombre del cuento “La pestaña del lobo”. Me gusta porque ella le da un giro hacia la madurez emocional; pero los cuentos son para disfrutarlos y dejar que comiencen a resonar en las cuerdas de nuestro propio corazón.


La Pestaña del Lobo
Clarissa Pinkola Estés
-No salgas al bosque, no salgas por favor- dijeron ellos-
-¿Por qué no? ¿Por qué no tengo que salir al bosque esta noche? Preguntó ella.
-En el bosque hay un enorme lobo que se come a las personas como tú. No salgas del bosque, por lo que más quieras.
Pero naturalmente, ella salió del bosque y, como era de esperar, se encontró con el lobo, tal como ellos le habían advertido.
-¿Lo ves? Ya te lo decíamos, graznaron.
-Esta es mi vida, no un cuento de hadas, replicó ella, hay algo que me dice que tengo que salir al bosque porque sino jamás ocurrirá nada.
Pero el lobo que ella encontró había caído en una trampa, se le había quedado la pata prendida en un cepo.
-¡Socorro! ¡Auxilio! Gritaba el lobo. ¡Ayúdame y te daré recompensa!
¿Y como se yo que no me vas a hacer daño? Le preguntó ella.
-Mala pregunta; dijo el lobo. Tendrás que confiar en mi palabra. Solo hay una pregunta que merece la pena hacerse. ¿Está el alma?
Y entonces ella corrió al riesgo, abrió la trampa, sacó la pata del lobo y la envolvió con hierbas. Pero, como había leído demasiados cuentos, exclamó: Bueno, ahora ya puedes matarme, terminemos esto de una buena vez.
Pero no fue eso lo que ocurrió. Porque el lobo se arrancó una pestaña y se la entregó diciendo: “Úsala y procura ser sabia”, de ahora en adelante sabrás quien es bueno y quien no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con mas claridad.
Y así ella regresó a la aldea alegrándose de estar viva. Y esta vez cuando ellos le dijeron “quédate aquí” “haz lo que te digo” “di lo que yo quiero que digas”, ella tomó la pestaña del lobo y miró a través de ella y vio sus motivos tal como jamás los había visto.
Con esa nueva visión no solo vio al astuto y al cruel, sino que el corazón se le hizo grande, pues miraba a las personas y las volvía a calibrar gracias al don que le había otorgado el lobo al que ella había salvado. Y vio a los buenos, vio la perplejidad por debajo de la cólera, vio amor en los ojos de los tímidos y sufrimiento en los callados. Vio necesidad en el hombre sin palabras y fe en lo mas hondo de la mujer que decía no tenerla.
Vio todas las cosas verdaderas y todas las falsas. Las que iban contra la vida y las que iban a favor de la vida. Vio todas las cosas que podían verse a través de los ojos de aquel que pesa el corazón con el corazón y no solo con la mente. Así descubrió que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas y que cuando este aúlla en realidad esta preguntando donde está el alma. “Sal al bosque, sal enseguida. Si no sales al bosque no ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás. Sal al bosque, sal enseguida…”





Walter Crane
1845 - 1915

Jessie Willcox Smith
1863 - 1935


Cathy Delanssay
sitio


John Everett Millais
1829 - 1896


Nadezhda Illarionova
referencia


Isabel Oakley Naftel
1832 - 1912


William M. Spittle
1858 - 1917


George Sheridan Knowles
1863 - 1931



lámina vintage
desconozco el autor



Carl Offerdinger



Jennie Harbour
1893 - 1959


Carl Larsson
1853 - 1919


Galia Zin'ko



Amy Bates
sitio

4 comentarios:

Eva Ferrer dijo...

Afortunadamente la vida está llena de historias mágicas que esconden tanta sabiduría, y por más finales inesperados que tengan, merece la pena vivir.
Un abrazo, querida amiga.

Clarissa Rodriguez dijo...

Es increíble cómo los cuentos nos conducen a nuestro interior. Nos llevan a la reflexión y al aprendizaje casi inconsciente.

Caperucita Roja podrá tener muchas versiones e interpretaciones pero sigue allí, es nuestra amiga...

Un abrazo querida Eva

Rosa dijo...

Pero bueno ¡esto es precioso!, sal al bosque...y la carta de amor... y descubrí, por casualidad arriba, la noche estrellada de van Gogh, he disfrutado mucho. ¡Gracias!

Un beso muy fuerte, querida Clarissa.

Clarissa Rodriguez dijo...

Gracias querida Rosita por tu visita.

Es una gran alegría que disfrutes con estas cosas que a mi me gustan, me inquietan, me deslumbran o me sorprenden; que son las razones por las cuales las comparto.

Un abrazo grande muy grande

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