domingo, 31 de marzo de 2013

Divino Pastor


James Powell
fuente




Para celebrar la Resurrección de Cristo, me parece apropiado hacerlo con una de las figuras más bellas y conocidas que los Evangelios nos regalan. Jesús el Buen Pastor. El nombre Jesús en hebreo significa “Salvador”.
Jesús resucitado es el Pastor divino y  eterno que no tiene límite alguno: traspasa los corazones, se presenta en cualquier sitio cuando es invocado, trayendo su paz. Sus manos guardan las sagradas cicatrices, para recordarnos que no es un fantasma, o una “aparición” producto de nuestras emociones. Es el Buen Pastor que, como dice Luis de Góngora, es hoy “pastor y pasto”; no sólo nos llama dulcemente y nos sostiene sobre sus hombros, sino que además nos sustenta con alimentos frescos, que son finalmente 
los símbolos de la comunión total.




Brandon Kidder
fuente



Oración
Miguel de Cervantes Saavedra

A ti me vuelvo, gran Señor, que alzaste,
a costa de tu sangre y de tu vida,
la mísera de Adán primer caída
y adonde él nos perdió, Tú nos cobraste.
A ti, Pastor bendito, que buscaste
de las cien ovejuelas, la perdida
y, hallándola del lobo perseguida,
sobre tus hombros santos te la echaste.
A ti me vuelvo, en mi aflicción amarga
y a ti toca, Señor, el darme ayuda;
que soy cordera de tu aprisco ausente
y temo que a carrera corta o larga,
cuando a mi daño tu favor no acuda
me ha de alcanzar esta infernal serpiente.

de "La Gran Sultana doña Catalina de Oviedo"
(Primera jornada, Sultana)





Camille Pissarro
1830 - 1903



Camille Pissarro
1830 - 1903



Henryk Siemiradzki
1843 - 1902




Jean Francois Millet
1814 - 1875


Vincent Van Gogh
1853 - 1890



Henri-Edmond Cross
1856 - 1910


El Buen Pastor
Luis de Góngora y Argote

Oveja perdida, ven
sobre mis hombros; que hoy
no sólo tu pastor soy,
sino tu pasto también.

Por descubrirte mejor
cuando balabas perdida,
dejé en un árbol la vida,
donde me subió el amor;
si prendas quieres mayor,
mis obras hoy te la den.

Oveja perdida, ven
sobre mis hombros; que hoy
no sólo tu pastor soy,
sino tu pasto también.

Pasto al fin tuyo hecho,
¿cuál dará mayor asombro,
el traerte yo en el hombro,
o traerme tú en el pecho?
Prendas son de amor estrecho,
que aún los más ciegos las ven.

Oveja perdida, ven
sobre mis hombros; que hoy
no sólo tu pastor soy,
sino tu pasto también.







viernes, 29 de marzo de 2013

El Cristo de Velázquez

"...el más hermoso
de los hijos de los hombres"
Salmo 45: 2


El Cristo de Velázquez
Miguel de Unamuno

¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?
¿Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno cae sobre tu frente?
Miras dentro de Ti, donde está el reino
de Dios; dentro de Ti, donde alborea
el sol eterno de las almas vivas.
Blanco tu cuerpo está como el espejo
del padre de la luz, del sol vivífico;
blanco tu cuerpo al modo de la luna
que muerta ronda en torno de su madre
nuestra cansada vagabunda tierra;
blanco tu cuerpo está como la hostia
del cielo de la noche soberana,
de ese cielo tan negro como el velo
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno.
Que eres, Cristo, el único
hombre que sucumbió de pleno grado,
triunfador de la muerte, que a la vida
por Ti quedó encumbrada. Desde entonces
por Ti nos vivifica esa tu muerte,
por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,
por Ti la muerte es el amparo dulce
que azucara amargores de la vida;
por Ti, el Hombre muerto que no muere
blanco cual luna de la noche. Es sueño,
Cristo, la vida y es la muerte vela.
Mientras la tierra sueña solitaria,
vela la blanca luna; vela el Hombre
desde su cruz, mientras los hombres sueñan;
vela el Hombre sin sangre, el Hombre blanco
como la luna de la noche negra;
vela el Hombre que dió toda su sangre
por que las gentes sepan que son hombres.
Tú salvaste a la muerte. Abres tus brazos
a la noche, que es negra y muy hermosa,
porque el sol de la vida la ha mirado
con sus ojos de fuego: que a la noche
morena la hizo el sol y tan hermosa.
Y es hermosa la luna solitaria,
la blanca luna en la estrellada noche
negra cual la abundosa cabellera
negra del nazareno. Blanca luna
como el cuerpo del Hombre en cruz, espejo
del sol de vida, del que nunca muere.
Los rayos, Maestro, de tu suave lumbre
nos guían en la noche de este mundo
ungiéndonos con la esperanza recia
de un día eterno. Noche cariñosa,
¡oh noche, madre de los blandos sueños,
madre de la esperanza, dulce Noche,
noche oscura del alma, eres nodriza
de la esperanza en Cristo salvador!


El Cristo de Velázquez, 1920; I Parte, fragmento IV
Miguel de Unamuno





El poema está inspirado en la 

miércoles, 27 de marzo de 2013

El Señor Otoño





El Señor Otoño
María Elena Walsh

En una oxidada cafetera
ha llegado un señor,
un señor de galera
en una cafetera Ford.

Con peluca de fideo fino,
guantes patito, traje de papel,
va dejando por todo el camino
una luz parecida a la miel.

Dicen que el señor es peluquero
y también es pintor
y que tira el dinero
porque es muy despilfarrador.

El señor se para en una esquina
y del bolsillo de su pantalón
saca banderitas de neblina
y un incendio color de limón.

Con sus tijeritas amarillas
pasa por el jardín:
le cortó las patillas
y los bigotes al jazmín.

A los arbolitos de la plaza
un sobretodo de oro les compró,
y pintó la tarde con mostaza
aunque el sol le decía que no.

Dicen que el señor tiene en el cielo
un enorme taller
donde hará caramelos
de azúcar del atardecer.

Canta dulcemente con sordina
y se pasea como un inspector.
Prueba la primera mandarina
y se lleva la última flor.



"El señor otoño" de "Juguemos en el mundo", 1970
poeta, escritora y cantautora argentina
1930 - 2011





























Imágenes: Haditas de otoño de la ilustradora inglesa
1895 - 1973


lunes, 25 de marzo de 2013

Espera. No te aflijas


Xue Yanqun
sitio

No te aflijas
Hafiz

No te aflijas: la belleza volverá a regocijarte con su gracia; 
la celda de la tristeza se convertirá un día 
en un jardín cercado lleno de rosas.
No te aflijas, corazón doliente: tu mal, en bien se trocará; 
no te detengas en lo que te perturba: 
ese espíritu trastornado conocerá de nuevo la paz.
No te aflijas: una vez más la vida reinará en el jardín en que suspiras
y verás muy pronto, ¡oh, canto de la noche!, 
una cortina de rosas sobre tu frente.
No te aflijas si no comprendes el misterio de la vida. 
¡Tanta alegría se oculta tras del velo!
No te aflijas si, por algunos instantes, las esferas estrelladas 
no giran según tus deseos, pues la rueda del tiempo 
no siempre da vueltas en el mismo sentido.
No te aflijas si, por amor del santuario, penetras en el desierto 
y las espinas te hieren.
No te aflijas, alma mía, si el torrente de los días 
convierte en ruinas tu morada mortal, pues tienes el amor 
para salvarte de ese diluvio.
No te aflijas si el viaje es amargo y la meta invisible. 
No hay camino que no conduzca a una meta.
No te aflijas, Hafiz, en el rincón humilde en que te crees pobre 
y en el abandono de las noches oscuras,
pues te quedan aún tu canción y tu amor.


De "Los Gazales de Hafiz"
Colección Visor de Poesía 1981
Versión de Enrique Fernández Latour




Alberto Pancorbo
sitio


foto de Alexander Khokhlov



William Whitaker
sitio



foto de Anka Zhuravleva


Becca Mann Roberts & Tilton 




John MacDonald Aiken
1880 - 1961


Hafez-e Shirazí, conocido como  Hafiz
1325 - 1390
Poeta persa, místico sufí
de una admrable espiritualidad,
dicen que se sabía de memoria el Corán.

(lamento no tener la versión original de este poema,
aunque si la tuviese, quizás no la entendería...)


sábado, 23 de marzo de 2013

A una Lavandera


Fiona Phillips
sitio


Oda a una Lavandera
Pablo Neruda

Desde el jardín, en lo alto,
miré la lavandera
Era de noche.
Lavaba, refregaba,
sacudía,
un segundo sus manos
brillaban en la espuma,
luego
caían en la sombra,
Desde arriba
a la luz de la vela
era en la noche única
viviente,
lo único que vivía:
aquello
sacudiéndose
en la espuma, los brazos en la ropa,
el movimiento,
la incansable energía:
va y viene
el movimiento,
cayendo y levantándose
con precisión celeste,
van y vienen
las manos sumergidas,
las manos, viejas manos
que lavan en la noche,
hasta tarde, en la noche,
que lavan
ropa ajena,
que sacan en el agua
la huella
del trabajo
la mancha
de los cuerpos,
el recuerdo impregnado
de los pies que anduvieron,
las camisas
cansadas,
los calzones
marchitos,
 
lava
y lava,
de noche.

La nocturna
lavandera
a veces
levantaba
la cabeza
y ardían en su pelo
las estrellas
porque
la sombra
confundía
su cabeza
y era la noche, el cielo
de la noche
la cabellera
de la lavandera,
y su vela
un astro
diminuto
que encendía
sus manos
que alzaban
y movían
la ropa,
subiendo
descendiendo,
enarbolando
el aire, el agua,
el jabón vivo,
la magnética espuma.



Fragmento de " Oda a una Lavandera Nocturna". 
Pablo Neruda dedicó este poema a Doña Marta Morales Ponce.
Incluído en sus "Nuevas Odas Elementales" -1956



Gustave Caillebotte
1848 - 1894


Alejandra Sepúlveda Palma
(artista contemporánea de Temuco, Chile)



Jeffrey T. Larson
sitio


fotografía de Robert Doisneau
1912 - 1994


Alfred Willibald Reuter
1868 - 1899


Sandra Cunningham
fuente


fuente



Elin Danielson-Gambogi
1861 - 1919


Camille Pissarro1831 - 1903



Sonya Terpening
fuente



Charles Sprague Pearce
1851 - 1914



Robin Freedenfeld
sitio 



Evan Wilson
sitio



Evgeniy Monahov
referencia


A una Lavandera
Este tema ya lo había tocado en un "Día de Lavado"
Hoy con un poco más de distancia y leyendo el poema de
Neruda, creo que aquellas mujeres se merecen más que un homenaje;
merecen toda admiración, respeto y cariño.
Con toda seguridad se trata de una mujer pobre, pero no es la "pobre lavandera".
Es una persona  con sentido de la dignidad y con el coraje suficiente para
"lavar" y "tender" junto al cielo su corazón.

Ella, como dice Neruda:

"...levantaba
la cabeza
y ardían en su pelo
las estrellas"


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